Redes que sostienen, manos que se tienden

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Durante mucho tiempo, el mundo del trabajo freelance estuvo atravesado por la lógica de la competencia: cada quien con su proyecto, su cliente, su rincón de especialidad. Pero algo ha cambiado. Y quienes trabajamos en el ecosistema editorial lo sabemos bien.

Hoy, más que nunca, se siente una corriente distinta: la de la colaboración. La de tender redes. Porque en este rubro —donde las grandes inversiones y las plantillas fijas de personal son casi una rareza— lo que nos sostiene es otra cosa: la generosidad de compartir saberes, la disposición a dar una mano, la confianza que se teje entre colegas.

Correctores, traductoras, diseñadores, ilustradoras, editores, fotógrafas: cada vez que una persona de este universo se cruza con otra, no ve una amenaza, sino una posibilidad. La posibilidad de trabajar juntos, de aprender, de sumar una mirada nueva al proyecto, de elevar el resultado final.

Y lo más hermoso es que ya no hay fronteras. En esas redes tejidas con cuidado y empatía, encontramos colegas de otros países, otras realidades, otros acentos. Compartimos archivos, dudas, recomendaciones, aprendizajes, como si estuviéramos en la misma mesa de trabajo, aunque nos separen miles de kilómetros.

Esa apertura —esa voluntad de compartir lo que sabemos y lo que aprendimos— ha generado una sinergia que va mucho más allá de lo individual. Porque no solo nos enriquece como profesionales, sino que fortalece al sector entero. Mejora los productos, impulsa los estándares, contagia entusiasmo.

Y quizás esa sea una de las señales más claras de que estamos construyendo algo más que libros. Estamos construyendo comunidad.

Si trabajás en el mundo editorial y también creés en estas redes, me encantaría que estemos en contacto.