Hay fuerzas que no hacen ruido, pero sin ellas, nada sería posible. El 25 de julio, Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, es una oportunidad para reconocer a esas mujeres que, como el humus en la tierra, nutren desde lo profundo, sostienen sin buscar protagonismo y hacen posible que otros crezcan.
Al pensar en una forma de homenajearlas, nos embarcamos en una búsqueda de metáforas. Queríamos una imagen que hablara de su poder sin recurrir a lugares comunes. Así surgió el diálogo en torno al humus: esa materia fértil, oscura, viva, que no se ve, pero da vida. Y de ese intercambio nació este poema.
La metáfora no es casual. El humus es tiempo, transformación, memoria acumulada. Así también es la lucha y la presencia de muchas mujeres afrodescendientes: silenciosa a veces, pero siempre poderosa. Hecha de saberes transmitidos, de resistencias cotidianas, de una dignidad que no necesita permiso para existir.
Celebrarlas es también nombrarlas. No como símbolo lejano, sino como presencia concreta en nuestras comunidades, nuestras familias, nuestros espacios de trabajo. Mujeres que cuidan, que crean, que enseñan, que hacen memoria, que levantan futuro.
Por eso, en este día, compartimos este poema, elaborado desde ese proceso reflexivo y colaborativo. Un intento de decir con palabras lo que muchas veces se vive en gestos, en historias, en raíces. Porque lo que brota arriba, en gran parte, lo debemos a ellas: mujeres de humus.
Mujer de humus
Sos tierra honda,
materia viva que sostiene,
humus que alimenta sin alzar la voz,
pero donde todo crece.
Sos abrigo y raíz,
cuna del brote y del canto,
fuerza oscura y generosa
que no pide luz,
porque la da.
Te pienso así:
mujer de fondo fértil,
de historia que se funde con la tierra
y aún así, florece.