Escribir es un acto creativo. Corregir, en cambio, es un acto de
cuidado y respeto hacia el público lector… y hacia el propio texto.
Muchas personas que escriben creen que revisar por su cuenta es
suficiente. Pero todos los textos –incluso los más brillantes– esconden
pequeñas distracciones: una coma fuera de lugar, una palabra repetida,
un tono que no termina de encajar. Son detalles que pueden alejar al
quien lo lee de lo esencial: la historia, el mensaje, la emoción.
La corrección ortotipográfica:
Cuida la salud de las palabras. Desde acentos hasta puntuación, asegura que el texto respire claridad y profesionalismo.
La corrección de estilo:
Afina la voz. Aquí se revisa ritmo, coherencia, redundancias y se
propone un lenguaje más fluido sin borrar la esencia de la voz de quien
escribió.
La revisión como puente:
No se trata de cambiar, sino de acompañar cada obra para que llegue íntegra y potente a su público.
En Tres Huellas creemos que toda obra merece esa segunda mirada que convierte lo bueno en memorable.
¿Quieres darle a tu texto la revisión que merece?